- Es posible que, en unos años, no sean necesarios óvulos, esperma o úteros para tener hijos.
- Esto podría evitar que factores como la edad, el sexo o las enfermedades influyan de forma decisiva en el deseo reproductivo.
En 1978, el mundo se despertaba con una noticia que cambiaría el futuro de la medicina reproductiva. “La dulce Louise” o “Conozcan a la primera bebé probeta” fueron algunos de los titulares que encabezaban todos los periódicos. Louise Brown se convirtió en la primera persona nacida por fecundación in vitro, de los más de 5 millones registrados hasta el 2013.
Seguramente, hasta aquel momento, pensar que el proceso de fecundación podría realizarse fuera del cuerpo de una mujer y que los primeros días del desarrollo de un embrión serían en un laboratorio, sólo podría ser fruto de la imaginación o verse en películas de ciencia ficción. Nadie se imaginó que esto sólo era la punta del iceberg.
A raíz de este suceso, el campo de la medicina reproductiva ha crecido de una manera exponencial, hasta alcanzar logros inimaginables. Pero, ¿hay un límite? ¿Hasta dónde llegaremos? ¿Será nuestra naturaleza humana capaz de lidiar con los avances por venir? ¿Qué nos depara el futuro?
- Planificar la maternidad desde la infancia.
Hasta ahora pensábamos que las decisiones sobre nuestra vida reproductiva eran una opción personal y que se relacionaban con factores sociales. Pero, desde el año pasado, sabemos que hay áreas específicas del ADN que se relacionan con la edad en la que tendremos nuestro primer hijo y el número total de niños que tendremos a lo largo de nuestra vida. Es decir, aunque varios factores externos puedan contribuir, existe una base genética-biológica para la reproducción.
Con toda esta información -y la que aún queda por llegar- en los próximos años, quizá parte de la revisión médica de nuestras hijas o nietas consistirá en determinar con una sola prueba su futuro reproductivo. De esta forma, a una edad muy temprana podrán tomar decisiones según sus límites reproductivos como, por ejemplo, congelar óvulos.
- La eterna juventud: “Lifting ovárico”.
Existe una imagen muy positiva de las posibilidades de embarazo gracias a la reproducción asistida a determinadas edades. La edad media de las pacientes que acuden a nuestra clínica es de 38 años, en su mayoría mujeres sanas cuyo único problema es la edad y el compromiso ovárico asociado. Pero, ¿y si pudiéramos “rejuvenecer” los ovarios?
Esta es la línea hacia la que están dirigidos muchos de los estudios que se realizan actualmente, entre los que destaca la terapia con células madres para la regeneración y estimulación del tejido ovárico, uno de los más ambiciosos. ¿Llegará el día en que el embarazo no tenga límites de edad?
- Personas libres de enfermedad, el corte y pega genético.
En el 2015, dos mujeres demostraron cómo un proceso biológico natural podía convertirse en una “herramienta programable” mediante un sistema similar a un “corte y pega” genético. El sistema CRISPR podrá “editar” genes defectuosos identificando, cortando y reemplazando el fragmento que decidamos. En un futuro, esta tecnología se podrá utilizar para curar enfermedades, en adultos o embriones, de causa genética conocida y que hasta ahora son incurables.
- Óvulos, espermatozoides y útero a la orden.
Los avances en el estudio de las células madre podrían proporcionar nuevas alternativas a las parejas del mismo sexo que deseen concebir. Se trata de convertir una célula de cualquier parte del cuerpo en una célula reproductiva (óvulo o espermatozoide), lo cual permitiría que el futuro hijo portase la carga genética de ambos progenitores.
No obstante, las parejas varones seguirán necesitando un útero para gestar, aunque no se descarta la posibilidad, aún remota, de fabricar un útero artificial. A pesar de ser una idea aún lejana por la complejidad anatómica y de funcionamiento de este órgano durante la gestación, en los últimos años ya hemos sido testigos del nacimiento del primer bebé alojado durante 9 meses en un útero trasplantado. Una idea que también se consideraba inalcanzable.
- Se acaba el sexo.
¿Llegará el día en que podamos engendrar hijos sin necesidad de sexo? Si unimos todas las posibilidades expuestas antes y añadimos algo de imaginación podríamos deducir que, en un futuro, una pareja podrá decidir el momento en el que tendrán hijos sin preocuparse por la edad.
Cuando así lo decidan (según la tendencia, después de los 40 años), el hombre donará un espermatozoide y la mujer una célula de su cuerpo desde la que se creará un óvulo. Los embriones que se produzcan podrán escogerse según las preferencias de la pareja: posibles enfermedades, características físicas, ¿intelecto? Tras ello, la mujer quizá tenga la posibilidad de no albergar al bebé en su propio útero y lo pueda hacer en un medio artificial. ¡Quién sabe!
¿Viviremos la época en la que concebir de forma natural sea percibido cómo “pasado de moda” o, incluso, irresponsable? Está claro que la mente humana es capaz de lograr casi todo aquello que imagina. Lo que un día creemos que es imposible puede convertirse en realidad en un abrir y cerrar de ojos. Poseemos una mente maravillosa y estamos dotados de capacidades fantásticas, pero ¿sabremos poner un límite para no perder nuestra naturaleza? ¿Debemos ponerlo?
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