Los alimentos frescos y sin conservantes ayudan al correcto funcionamiento del sistema inmunológico.
_Antes de adoptar cualquier tipo de dieta, debes consultar su eficacia con un profesional.
El periodo del embarazo y el uso de una gran cantidad de antibióticos pueden producir la pérdida de masa bacteriana macrobiota intestinal. Es decir, la disbiosis. Una dieta baja en fermentos de levadura nos ayuda a reducir la permeabilidad intestinal que causa la disbiosis, para que no pasen al torrente sanguíneo levaduras que alteran el sistema inmune. Existen variantes de este tipo de dieta, así que a continuación os dejamos algunos consejos.
En la dieta hipo fermentativa la comida ha de ser fresca, cocinada hace menos de treinta y cuatro horas, casera, y sin conservantes. Tampoco se deben consumir alimentos enlatados ni en bricks. La ingesta diaria de pan debe reducirse a una porción diaria, al igual que ocurre con el arroz, fideos o bases de tartas. En cuanto a los lácteos, se debe consumir el equivalente diario a medio vaso de leche o medio yogur sin azúcar. El queso solo se puede ingerir si es ecológico.
Algunos alimentos que son aconsejables en esta dieta hipo fermentativa son: el centeno y el trigo, la levadura de cerveza, el alga Nori, y los lichis. En general son recomendables todas las verduras de hoja verde, como el apio, la col, las espinacas, los puerros, y las acelgas. Si se quiere ingerir mayonesa, debe ser casera, y hay que usarla en menos de veinticuatro horas.
Respecto a las bebidas, se pueden consumir el Sprite, la Coca Cola Zero Light, y agua con limón. En cuanto al alcohol, solo se puede si es de tipo Campari. El té de menta también se puede ingerir, al igual que las infusiones de Angélica, que son especialmente recomendables tras las comidas.
Por último, queremos destacar que el consumo de hinojo es muy beneficioso gracias a que es rico en vitamina C, fibra y folatos.
A continuación os dejamos algunas propuestas de platos que podéis consumir en la dieta hipo fermentativa.
Desayunos, meriendas y postres
- Tortas de arroz sin levaduras ni azúcar, con frambuesa y queso.
- Tortitas cocinadas con harina de salvado, sin levadura. Pueden ir acompañadas de nectarina, melocotón, almendras, nueces, canela o chocolate (60 % cacao).
- Medio yogurt sin azúcar, con moras, frambuesas, y arándanos.
- Medio pomelo amarillo con Stevia.
- Fruta con chocolate fundido y Stevia.
- Pan tipo ácimo sin gluten, tostado, con queso, tomate o jamón, crudo o cocido, envasado al vacío o recién cortado.
- Huevos revueltos con tomate y jamón.
- Frutas de temporada con piel. No exprimidas, sino con pulpa. Por ejemplo: melocotón, pera, ciruela, manzana verde, o frutos rojos.
- Frutas deshidratadas.
- Apio con queso.
- Almohadillas de cereales no rellenos
- Café no torrado, con azúcar.
- Té de menta y perejil.
- Té verde y té negro.
Almuerzos y cenas
- Base de pizza sin levaduras ni azúcares, hecha de hojaldre, chía, almendras, y harina de salvado. Llenar la base con espinacas, puerro, queso, acelgas, brócoli, y jamón. Otra opción de pizza sería con tomate fresco, albahaca, queso, rúcala y jamón.
- Ensalada de vegetales al vapor, como patata, calabaza, zanahoria, o remolacha. Como aderezo podemos usar limón o queso, mezclado con salsa cesar.
- Arroz con tomate fresco, albahaca y queso.
- Carnes de todo tipo, menos las rellenas. Como sugerencia de receta: pollo al limón con vegetales al horno.
- Cualquier tipo de pescado.
- Lentejas.
Esta es solo una variante de este tipo de dieta. Por ello, es importante que antes de adaptar este o cualquier tipo de rutina alimentaria a tu vida diaria, consultes su eficacia en tu organismo con un profesional.
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