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Afrontar la infertilidad: recuperar el deseo

17 de agosto de 2016 · Silvina Viñas Burgos

Estamos acostumbrados a leer y escuchar que el encuentro con la infertilidad es un acontecimiento estresante en nuestra vida.

Tiene lógica, si consideramos que la mayoría de las veces se trata de un hecho inesperado, es decir, jamás imaginamos que nos va a tocar a nosotros. Pero demos un paso más:

Con la planificación familiar, los avances en los métodos anticonceptivos y la proyección de nuestra vida, asumimos que teníamos tener cuidado para evitar la concepción.

Aprendimos que entre la reproducción y la procreación había una diferencia esencial: la decisión querida y responsable de tener un hijo.

De este modo, sabemos que el acto de procrear supone mucho más que la unión del ovulo, el espermatozoide y su desarrollo en un embarazo. La procreación implica también el deseo de crear una familia con un nuevo ser que será nuestro hijo.

Sin embargo, cuando este proyecto, por unas circunstancias u otras, requiere de un proceso diagnóstico, tratamientos y resultados; el aparato reproductor adquiere tal protagonismo que el logro del embarazo pasa a ser un objetivo.

Entonces todo se transforma, y aquel bonito sueño que queríamos alcanzar como fruto del amor, comienza a funcionar psíquicamente como una carrera contra-reloj, como si en cada intento se pudiera perder nuestra capacidad para ser madres o padres.

En los talleres que organizamos para las mujeres que están en tratamiento tenemos un lema: “Estáis aquí por un deseo, no por la dificultad”, porque hemos comprobado que la orientación facilita el camino. Un hijo es un deseo, pero también una decisión; y esto no es igual a un objetivo.

Un hijo se espera, y en este caso, la naturaleza será la que guíe en buena medida ese tiempo. Hay un tiempo para gestar, pero también puede haber un tiempo para concebir.

Un hijo se desea, se construye en un horizonte a lo largo del camino recorrido. Es necesario recuperar cierta perspectiva, la distancia adecuada para seguir viviendo, amando y deseando, mientras hacemos el tratamiento.

Y un hijo llega, y por ello es importante estar fortalecidas anímicamente como mujeres, pero también como pareja, si se trata de un proyecto compartido.

Por eso, más que afrontar la infertilidad, es necesario recuperar la decisión, aprender a no estancarse emocionalmente en algún paso del proceso, a seguir caminando sin perder de vista el horizonte. Es tiempo de “volver a cuidarnos”, pero esta vez, para concebir.

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