Feliz Día de la madre.

Carta de una paciente:

Quienes lo han sentido alguna vez lo saben. Las ganas de ser madre no pueden compararse a las ganas de comer, ni a las ganas de dormir, ni siquiera a tener sed.

Eso explica las noches de insomnio, la falta de apetito y los nervios cada 28 días.

Cuando  te llega, sucede que a tu paso se cruzan todos los días cientos de embarazadas, de bebés, de cochecitos, e incluso, de colores pasteles.

Y así, sin apenas darte cuenta, un día te cambia la vida.

Siempre quisiste niña, pero cuando el deseo aprieta tan fuerte quieres niña, niño y no importa que lleguen dos, pero que lleguen.

Al principio puede parecerse al amor romántico porque te sientes nerviosa e ilusionada, pero pronto comprobarás que se trata de un amor incondicional porque con el paso de los años, no se pasa, no se calma, y sobretodo, no se olvida.

Así conocí a mi doctor. Nuestro segundo papá. Un desconocido que te tiende la mano cuando estás apunto de caer un poquito más abajo del mismo suelo y sin saber por qué se convierte en tu tabla de salvación.

Alguien que te advierte como un padre, que no será fácil y como una madre, que estará contigo hasta el final. Y así, peldaño a peldaño subimos juntos el peldaño de las pruebas, el de los resultados, el del tratamiento y algunos peldaños que subimos de dos en dos.

Mereció la pena el insomnio, la falta de apetito, los nervios cada 28 días y subir los peldaños de dos en dos para que la llegada de mi bebé haya sido tan deseada.

A veces me pregunto si el camino hubiese sido más fácil , el sentimiento sería tan incondicional, de los que nos se pasan, no se calman ni se olvidan. Y la respuesta es siempre que sí.

Hoy quiero celebrar el primer domingo de mayo con el inmenso deseo de que el año que viene más personas lo celebren. Por las madres que son madres antes de que nazcan sus hijos y por las personas que cada día lo hacen posible.